¡Hola otra vez!
NOTA: creo que mi cara se ha quemado por primera (pero no última) vez este año.
Pues nada, dejando notas adjuntas sobre mi apariencia física de lado, os tengo que contar que desde ayer mi vida es bastante mejor (en el terreno académico).
Este viernes dirijo una secuencia con actores profesionales en el plató de mi facultad. Esto supone un auténtico reto para mi persona y quiero que salga lo mejor posible (básicamente porque cuenta de cara a la nota final de la asignatura de realización).
El caso es que el lunes de esta semana hicimos un primer ensayo para tomar contacto y salió peor que mal. Algunos de mis compañeros, además de no ayudar, se dedicaron a criticar todo lo que hacía o dejaba de hacer. Los cámaras hacían caso omiso de mis indicaciones y las de mi ayudante y la operadora de sonido bostezaba mientras se "dormía" con el aburrimiento a mi lado en el control de realización. Un caos, vamos. Llegaron a dedicarme palabras "alentadoras" tales como: "esto va a salir peor que fatal" o "yo no es por nada, pero realicé mucho mejor que tú". Con ese panorama desalentador me fui a casa.
Al día siguiente (osea, ayer) volvimos a ensayar, pero esta vez la operadora de sonido no estaba porque debía acabar de maquetar un trabajo. La cosa fue sobre ruedas. Los consejos eran de lo más constructivos y los cámaras hicieron todo lo que se le pidió. Salimos todos de allí con un buen sabor de boca.
Como mi cabeza es muy mal pensada y de vez en cuando me da por montarme mis teorías, he estado pensando en que cabe la posibilidad de que la "piedra angular" de las críticas destructivas y la manía de poner trabas a todo lo que hago sea la persona que hace en este trabajo de operadora de sonido. ¿Es una opción nada disparatada, no? Teniendo en cuenta que cuando ella no está todo va de maravilla...
Ala, me despido hasta otro día!!!
Saludos!!
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